La rotación consiste en alternar cultivos de plantas con formas de vegetación y necesidades diferentes en una misma parcela a lo largo del tiempo. Así se permite la renovación de los elementos que componen la tierra, dado que cada tipo de planta busca sus sustancias nutritivas en diferentes capas del  suelo. Para la mayor parte de los cultivos es bueno esperar de tres a cinco años antes de cultivarlos en el mismo espacio. Este ciclo puede ser reducido o incluso suprimido para plantas de ciclo vegetativo corto, como la lechuga o la espinaca. Por el contrario, es mejor dejar pasar mas tiempo para los cultivos que permanecen varios años en el mismo emplazamiento (fresas, alcachofas, espárragos). El tomate puede considerarse como excepción, ya que le gusta crecer varios años en el mismo sitio, aunque un cambio de emplazamiento también puede ser útil para evitar el riesgo de sufrir algún tipo de enfermedad.

La rotación debe atenerse a tres reglas

La primera regla clasifica las plantas según el órgano especifico que desarrollan: raíces, hojas, flores o frutos. Según esta regla es mejor plantar en una parcela plantas “frutos” el primer año, el siguiente, plantas “flores”; a continuación, plantas “hojas”; y para terminar, plantas “raíces”. Por ejemplo, el primer año podemos plantar cucurbitáceas, maíz o judías; el segundo año, coliflor o abono verde (altramuz, trébol, etc.) dejándolo en la parcela hasta el estado de floración; en el tercer año, se puede plantar col, espinaca , lechuga o puerro; y el cuarto año, patata, apio, cebolla, remolacha o zanahoria. Puede haber mas de una rotación en el mismo año, por ejemplo un abono verde puede preceder o seguir un cultivo.

Además de las rotaciones es importante tener en cuenta las asociaciones de plantas.

 

La segunda regla  consiste en evitar que la planta que sucede a la anterior sea de su misma familia. Las principales familias botánicas son las siguientes:

  • Quenopodiáceas: remolacha, espinaca, acelga, etc.
  • Compuestas: alcachofa, cardo, achicoria, endibia, lechuga, escorzonera, tupinambo, etc.
  • Crucíferas: todos los tipos de col, berro, mostaza, nabo, rábano, etc.
  • Leguminosas: haba, judía, lenteja, guisante, soja, trébol, alfalfa, etc.
  • Liliáceas: ajo, esparrago. cebollino, escalonia, puerro, cebolla, etc.
  • Umbelíferas: zanahoria, apio, perifollo, chirivía, perejil, etc.
  • Solanáceas: berenjena, guindilla, pimiento, patata, tomate, etc.

La tercera regla consiste en tener en cuenta la exigencia de fertilizante de cada cultivo. Después de un cultivo que requiere una buena aportación de estiércol, es recomendable elegir un cultivo que pueda prescindir de un nuevo aporte.

  • Cultivos exigentes en estiércol: berenjena, apio, col, espinaca, hinojo, maíz, puerro, pimiento, patata y tomate.
  • Cultivos poco exigentes: ajo , perifollo, berro, escalonia, haba, judía verde, canónigo, cebolla, rábano y lechuga.