Cultivo de los perales

Espacio designado a su cultivo:

Los perales (género Pyrus), como se llaman unas 25 o 30 especies, pertenecen a el núcleo familiar Rosaceae. Su origen no se sabe a ciencia cierta, empero se implica que son autóctonos del continente Asiático. Por su naturaleza, los perales necesitan un clima cálido y un suelo rico en nutrientes, profundo, aireado y permeable. No es resistente al anegamiento, lo cual no supone que no se deba regar regularmente. Un emplazamiento salvaguardado y expuesto al sur beneficia tanto el desarrollo de los frutos como el incremento del árbol. El aroma de las peras se degradará si el peral está en sitio bastante gélido.

Colocación de las plantas:

Ten en cuenta mirar una conveniente distancia entre plantas una vez que siembres. En funcionalidad del tamaño de la copa del árbol, la distancia no debería ser inferior a 3 metros. Nuestro mantillo hortícola particular es ideal para sembrar. Tiene todos los recursos nutritivos relevantes que permiten alimentar al árbol a lo largo de 12 semanas. Además, los elementos de dicho mantillo incrementan la igualdad de las plantas y favorecen la formación y el incremento radicular.

Nuestro consejo

Los perales son plantas autoestériles, o sea, la autopolinización no es viable. El polen de otras variedades de perales resulta imprescindible para la fertilización de las flores y, de manera, para la fructificación.

 

Cuidados de los perales

Riego:

El riego es fundamental, primordialmente en los sitios soleados y calurosos. En caso de los suelos arenosos, constantemente que la época atmosférico lo posibilite, se hace primordial regar abundantemente el peral 1 vez al día luego de la plantación. Una vez bien predeterminado el árbol, puedes minimizar la frecuencia de riego.

Fertilización:

Te proponemos usar un fertilizante de liberación sostenida para lograr una fertilización óptima. Una sola fertilización posibilita proveer a los perales todos los oligoelementos y nutrientes fundamentales a lo largo de 6 meses, con un impacto positivo en la floración y la fructificación.

Poda de verano:

Una poda estival puede detener el incremento de los perales. Acorta los brotes terminales de las ramas precoces y despeja la copa en otoño o en septiembre.

Poda de entresaca:

Se necesita hacer una entresaca o aclareo de las ramas primarias bastante densas para promover una penetración más fuerte de la luz, de forma que llegue al centro del árbol y a los frutos. Además, la entresaca posibilita que las hojas se sequen más velozmente luego de la lluvia, lo cual refuerza de forma significativa la resistencia del árbol a las infecciones causadas por hongos u otros parásitos filamentosos (enfermedades criptogámicas). Finales de febrero o inicios de marzo suponen buenos periodos, debido a que por el momento no hay peligro de heladas.