Como conjetura, queda desaconsejada la abertura de colmenas a lo largo de el invierno, a no ser primordial por razones de fuerza más grande, o para proceder a la solución de cualquier problema, debido a que el propóleo que sella cada una de las probables rendijas, está gélido y quebradizo, y podría ser básicamente imposible cerrar la colmena asegurando la estanqueidad de la tapa, además, la abertura de la colmena en etapa invernal, impone a las abejas a un esfuerzo y un consumo suplementario para restaurar las condiciones de aislamiento y temperatura de la colmena.

Sin embargo a lo largo de el invierno, se necesita hacer varias visitas de comprobación al colmenar, verificando que las tapas de las colmenas están en sus sitios y cumpliendo su funcionalidad, que ni una colmena fue volcada por el viento o los animales, domésticos o silvestres, que ningún reductor de piquera haya sido removido de su lugar permitiendo la ingreso de ratones, etcétera.

Resumiendo estas podrían ser las primordiales labores:

  • Mantenimiento y renovación de material del colmenar en la nave: preparación de cuadros, fundido de cera, pintado y compostura de cuerpos y alzas, etcétera.
  • Limpieza y sanitización de cuadros.
  • Mirar en los días soleados el buen estado de la colonia por medio de la existencia de abejas que salen (en vuelos cortos y breves para defecar) y ausencia de cadáveres en la piquera.
  • Principios de invierno: Ingesta de alimentos artificial de mantenimiento.
  • Finales de invierno: vigilancia del vigor de la colonia , limpieza del fondo de la colmena, inspección sanitaria.
  • Formarse.

Al final, la tarea importante a hacer a lo largo de el invierno, y que de alguna forma “justifica” toda la actividad apícola, es sin lugar a dudas la comercialización de miel y otros productos conseguidos, coincidiendo afortunadamente con la era de más grande consumo de dichos productos…